Después de analizar el artículo «La ingestión de imanes no conoce fronteras: una amenaza para los niños latinoamericanos»1, nos gustaría compartir ciertas observaciones al respecto.

Observamos que el título no es precisamente específico con respecto a los materiales y métodos empleados. El presente trabajo nos brinda una idea muy general, a partir de información limitada extraída de pocos países como para expresar un solo concepto de todo el continente. Nos parece que es muy ambicioso y comete un error al tratar de crear una idea general de Latinoamérica cuando hay aspectos que pudieron ser abordados con mayor profundidad, tales como: los especialistas consultados, el número de países, el nivel socioeconómico, entre otros criterios de inclusión que iremos detallando a continuación.

Con respecto al primer punto, podemos observar cómo se llega a un consenso a partir de las ideas y aportes de especialistas endoscopistas gastroenterólogos de diferentes países, pero nos parece que también debió incluirse la labor de los ecografistas, debido a que, en estos casos la mayoría son emergencias y no siempre se encuentra disponible un especialista, ya sea por el nivel del establecimiento de salud u otro factor. En cambio, una ecografía es un procedimiento mucho más accesible y rápido de utilizar; además no es un método invasivo como la endoscopia y puede ser más tolerable para un niño2.

Como mencionamos en el siguiente punto, se debió tomar en cuenta el nivel socio-económico y cultural como variables de interés, porque puede afectar la salud del niño de dos maneras: el nivel socioeconómico se puede ver reflejado en la zona donde residan (que puede ser alejado de un centro médico y no cuenten con los recursos necesarios para llegar con prontitud o el no tener la ventaja de elegirlo por sus limitaciones económicas y acudan al más cercano) o el dinero para costear los procedimientos (contando con un seguro o no) y los exámenes necesarios. Y a nivel cultural, tenemos el grado educativo de los tutores del niño, lo cual puede influir notablemente en qué tan rápido se pueda comprender que el consumo de estos objetos es una emergencia médica y requiere su atención con la mayor prontitud posible3.

Por otro lado, en los criterios de inclusión, se debió tomar en cuenta el estado de salud mental del infante. Porque no es lo mismo cuidar a un niño sano, que a uno con discapacidad intelectual, lo que demandará un cuidado especial. Si bien es cierto, es un grupo reducido de pacientes en los que la ingesta es generada voluntariamente, pero de todas maneras sucede y lo hacen con distintas finalidades. Son, por lo general, pacientes con trastornos afectivos, psicóticos, de la personalidad y/o discapacidad intelectual, en los que la finalidad de la ingestión es autolesionarse o bien buscar llamar la atención en su entorno4.

Finalmente, el tipo de ingesta también debió ser considerada, es decir si esta fue mixta: de imán/metal o de imán/batería, que pueden localizarse en diferentes niveles del tracto digestivo y al atraerse entre sí, pueden ocasionar complicaciones graves como la necrosis transmural por presión, fístulas, perforación, vólvulo intestinal e incluso la muerte por sepsis5.