El cáncer gástrico (CG) es la segunda causa de mortalidad por cáncer a nivel mundial1, y también representa una de las cargas de cáncer más elevadas, cuando se mide en función de los años de vida perdidos ajustados por discapacidad2. Aproximadamente, el 65% de pacientes con CG se presentan con enfermedad localmente avanzada o con metástasis, y la mayoría presentarán enfermedad sistémica en algún momento del curso de su enfermedad3.
En este número de la Revista Mexicana de Gastroenterología, Sánchez-Barriga4 reporta, que entre 2002-2012, murieron 69,107 pacientes por CG en México. En el año 2000, hubo 5,003 muertes por CG y en el 2012, 5,459 individuos fallecieron por esta enfermedad. La tasa de mortalidad ajustada por edades para el CG fue de 5.6 por cada 100,000 habitantes en el 2012, y este estudio mostró que la tasa de mortalidad por CG en México disminuyó de 7.5 por cada 100,000 habitantes en el 20004. Hay que interpretar estos datos con cautela. Las tasas de mortalidad pueden modificarse con el tiempo, debido a mejores diagnósticos, mejor tratamiento médico, un incremento en la identificación de los casos, y mejores registros, así como cambios en la prevalencia de los factores de riesgo. El estudio realizado por Sánchez-Barriga enfatiza la asociación entre la pobreza y el CG. El estado de Chiapas tuvo la tasa de pobreza más alta en México en el 20125, con el 74.7% de la población viviendo en pobreza extrema4. Este estado, también tuvo la tasa de mortalidad más alta por CG en el 2000 (9.2; IC 95%: 8.2-10.3) y en el 2012 (8.2; IC 95%: 7.3-9). Además, Chiapas tuvo la tasa más alta de años de vida potenciales perdidos durante el periodo del estudio (97.4 en el 2000 y 79.6 en el 2012). Esta asociación podría explicarse por la prevalencia elevada de infección por H. pylori en áreas rurales, donde el agua potable es limitada, y las condiciones sanitarias son frecuentemente pobres. Se estima que la infección por H. pylori es responsable de más de un 60% de los casos de CG6, y más de un 5% de los cánceres a nivel mundial7. Los tratamientos para la erradicación de infección por H. pylori en sujetos asintomáticos han mostrado disminuir la frecuencia entre lesiones gástricas precancerosas y CG en países asiáticos8.
Este estudio también resalta que el CG es una enfermedad agresiva con una tasa de mortalidad alta, y que en la práctica clínica la mayoría de pacientes con CG tienen enfermedad avanzada al momento del diagnóstico. A pesar de los progresos en el diagnóstico, técnicas quirúrgicas, quimioterapia y radioterapia, el pronóstico de CG permanece pobre.
Actualmente, en áreas rurales de Norteamérica con incidencia elevada de infección por H. pylori y CG9, existen grupos de trabajo, los cuales tienen como meta la identificación de estrategias de tratamiento efectivas, y la elaboración de recomendaciones para normas de salubridad enfocadas al manejo de infección por H. pylori y a la reducción de CG. Además, el escrutinio para CG podría ser de utilidad en la detección de CG temprano en pacientes asintomáticos en áreas de alta prevalencia10, lo cual, a su vez incrementaría el número de cánceres tratables, y mejoraría la supervivencia en general. Por lo tanto, debería considerarse la adopción de tales estrategias para las áreas de México con una alta prevalencia del CG.
En conclusión, a pesar de la disminución en la incidencia del CG en México, comparable con la incidencia reducida a nivel mundial7, esta enfermedad continúa siendo un problema de salud grave en México, con un impacto social significativamente negativo por las muertes prematuras causadas por CG. Se deben reconocer 3 áreas potenciales mayores a desarrollar: 1) Mejorar las instalaciones sanitarias y el acceso a agua potable podrían reducir, aún más, la prevalencia de infección por H. pylori y CG; 2) Escrutinio de CG para la detección temprana de pacientes con alto riesgo del mismo11, tales como aquellos con gastritis atrófica, metaplasia intestinal, úlcera gástrica o displasia, especialmente en áreas con condiciones poco favorables en educación, ocupación, salud, vivienda, y condiciones de empleo; y 3) Mejorías en las terapias de CG, las cuales se esperan conforme avance nuestro conocimiento sobre la biología del CG y las vías de señalización. La integración de las terapias dirigidas ya es una posibilidad, y los resultados preliminares son prometedores. Mejorar la selección de las terapias para los pacientes de forma individual puede, también, mejorar su tratamiento y supervivencia de manera significativa.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Véase contenido relacionado en DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.rgmx.2016.01.002, Sánchez-Barriga JJ. Tendencias de mortalidad y años potenciales de vida perdidos por cáncer gástrico en México, 2000-2012. Rev Gastroenterol Méx. 2016;81(2):65–73.