El tracto digestivo de humanos y otros mamíferos se encuentra habitado por millones de microorganismos, especialmente bacterias. Esta microbiota gastrointestinal es necesaria para el buen funcionamiento del proceso digestivo en el hospedero. Recientemente, Schmulson et al.1 publicaron un artículo de revisión acerca del síndrome de intestino irritable (SII) y su relación con la microbiota intestinal así como con otros aspectos clinicoterapéuticos. Nos gustaría ofrecer algunos comentarios acerca de este artículo que pueden ser de utilidad para la comunidad médica.
Primero, el término «flora» es utilizado en varias ocasiones para referirse a la microbiota productora de metano, colónica y fecal. Sin embargo, este término es incorrecto, a pesar de su uso común en medicina humana y veterinaria. Segundo, la tabla 3 no solo contiene una descripción de métodos moleculares para caracterizar a la microbiota intestinal (título de la tabla) sino también una descripción de la subunidad 16S del ARN ribosomal y del gen que la codifica, lo cual puede resultar confuso para los lectores ajenos al tema. En esta misma tabla se omite el significando de las iniciales RRS, y el enunciado acerca del uso de la variabilidad en la 16S para distinguir organismos próximos y distantes es parcialmente válido, en parte debido a la incertidumbre en la taxonomía molecular bacteriana de hoy en día2. Adicionalmente, la Tabla 3 solo menciona una (pirosecuenciación) de varias técnicas de secuenciación masiva. Esto es importante de mencionar debido a que esta técnica desaparecerá pronto del mercado, y por lo tanto muchos investigadores han migrado a otras técnicas, como la de Illumina3. Tercero, la heterogeneidad clínica del SII y el empleo de diferentes métodos para el estudio de la microbiota intestinal son sin duda algunas razones detrás de nuestra incapacidad para establecer una composición microbiana propia del SII. Sin embargo, es necesario resaltar que nuestro principal problema radica en que cada individuo posee una composición basal única de microorganismos, los cuales también poseen variaciones cualitativas y cuantitativas específicas a cada individuo4. Cuarto, los términos «bifidobacterias», «lactobacilos», «estreptococos» y «coliformes» son incorrectos debido en parte a que no especifican el nivel taxonómico al que pertenecen. Por ejemplo, el término «coliformes» podría referirse a especies o géneros bacterianos específicos o a la familia Enterobacteriaceae. Por último, hubiera sido de mucha utilidad para el artículo profundizar un poco en el tema del uso de probióticos y prebióticos como auxiliares en el tratamiento del SII. Existen productos disponibles comercialmente que contienen estos nutracéuticos que no han sido propiamente validados en estudios clínicos o microbiológicos. Esto es importante debido a los posibles efectos adversos de estos productos en el desarrollo clínico del SII5.
El estudio de la microbiota que habita nuestro tracto digestivo tiene un gran potencial para optimizar el tratamiento de problemas gastrointestinales por parte de la comunidad médica. Hoy es el momento de utilizar el conocimiento y las tecnologías disponibles en esta área en favor de los millones de pacientes en nuestro país que sufren del SII y otras enfermedades digestivas.
FinanciaciónNo recibimos ninguna clase de financiación.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.