Paciente femenina de 37 años de edad, que ingresó por dolor abdominal intenso, continuo en epigastrio e hipocondrio derecho, acompañado de náusea, vómito, taquicardia y diaforesis, posterior a la ingesta de comida abundante en grasas. Refirió haber presentado cuadros similares manejados con tratamiento médico de forma ambulatoria. A la exploración física se encontró temperatura de 36.8°C, FR18, FC79, pulso 79, TA130/78, con datos de deshidratación leve, sin ictericia, ni datos de enfermedad cardiopulmonar, con dolor abdominal a la palpación 8/10, Murphy positivo, Giordano negativo y peristalsis presente. La paciente no refirió antecedentes familiares de relevancia para la enfermedad actual.
Un ultrasonido de hígado y vías biliares reportó engrosamiento de la pared vesicular y presencia de litos en su interior, en la biometría hemática leucocitosis de 17.4×103 con neutrofilia. Se diagnosticó colecistitis aguda litiásica, por lo que se decidió realizar colecistectomía laparoscópica. La vesícula se encontró con múltiples adherencias de epiplón, edema perivesicular y una masa de 1×0.5×0.5cm con apariencia de tejido hepático en la pared vesicular medial (fig. 1). Se extirpó la vesícula con la técnica laparoscópica habitual, dejando la masa intacta en la pared. El informe histopatológico reportó vesícula biliar con presencia de tejido hepático maduro subseroso, consistente con hígado heterotópico en pared vesicular (coristoma) y colecistitis aguda sobrepuesta en colecistitis crónica con litiasis.
La evolución fue satisfactoria y la paciente fue dada de alta a las 48h.
El término coristoma se refiere a una neoformación con histología de un tejido normal situado heterotópicamante. Se pueden dar ectopias de diferentes órganos y tejidos en el cuerpo. Uno de los más conocidos es el páncreas que puede encontrarse en áreas circundantes como duodeno, estómago o el apéndice de Meckel, se han reportado coristomas de amígdala, tejido pulmonar, mamario y materia gris, entre otros, en diferentes localizaciones del cuerpo incluyendo el ojo, vulva y hueso1–3.
El hígado nativo puede tener lóbulos accesorios comunicados por una lengua de tejido hepático normal. Sin embargo, hay casos de tejido hepático heterotópico sin conexiones vasculares, biliares o parenquimatosas lo que corresponde a un coristoma. Existen diversas teorías acerca del origen de esta entidad, la más aceptada es la migración aberrante del tejido hepático durante el desarrollo embrionario, durante la cuarta semana del desarrollo embrionario el hígado y el sistema biliar se originan en el esbozo del hígado y migran de forma craneal hacia el septo transverso. Las anomalías de esta migración pueden ser la causa principal de esta condición4.
La presencia de hígado ectópico ha sido reportado en sitios extraabdominales como el tórax, o abdominales, de todas las posibles localizaciones, la vesícula biliar es la más frecuente, y se localiza principalmente sobre la serosa, aunque también puede encontrarse en la capa muscular o subserosa como en este caso5.
La incidencia real del tejido hepático ectópico en la vesícula biliar es difícil de evaluar. La incidencia reportada de tejido hepático ectópico en otras localizaciones en la población general varía entre 0.24-0.47%4. La incidencia de coristomas hepáticos en la vesícula biliar también es variable, Eiserth6 encontró solo 3 casos en 5500 autopsias (0.05%). Más recientemente, Watanabe et al.5, reportaron 3 casos en 1060 laparoscopias (0.28%). Hasta donde sabemos, por la revisión de la literatura, solo existen 61 casos histológicamente confirmados de tejido hepático ectópico en la vesícula4.
Esta enfermedad puede estar asociada con otras anomalías congénitas como atresia biliar1 o agenesia del lóbulo caudado7, pero no se han descrito cuando el tejido heterotópico está situado en la vesícula biliar8.
Su aparición puede también darse en conjunto con otras enfermedades. Se han reportado coristomas con infiltración grasa, cirrosis o incluso hepatocarcinoma, pudiendo coincidir con hallazgos similares en el hígado nativo.
Se ha observado susceptibilidad del tejido ectópico hacia la carcinogénesis, debido probablemente a las alteraciones metabólicas asociadas a la falta de drenaje venoso y biliar normal, por lo que se recomienda su resección quirúrgica, dado al alto riesgo de desarrollo de hepatocarcinoma. Si el examen histopatológico confirma una neoplasia maligna, se recomienda efectuar una segunda intervención quirúrgica para ampliar los márgenes de resección con linfadenectomía regional.
Generalmente el coristoma es asintomático, aunque raramente puede ocasionar cuadros agudos4. Su diagnóstico no es simple debido a la falta de manifestaciones clínicas propias. En el caso del coristoma hepático en la vesícula, con frecuencia los síntomas están relacionados con el cuadro clínico causado por la enfermedad vesicular, y su hallazgo se realiza durante la intervención quirúrgica para resolver este problema como lo fue en este caso, igualmente existen reportes de este hallazgo durante autopsias tanto en adultos como fetales6. Los síntomas propios pueden darse en caso de torsión, necrosis hemorrágica, rotura o por compresión a otras estructuras.
Su identificación mediante estudios de imagen es casi nula, ya que de los 61 casos reportados de coristoma vesicular, solamente en 2 de ellos se estableció el diagnóstico preoperatorio mediante ultrasonido en un caso y en el otro mediante tomografía computarizada, en ninguno de estos la imagen se interpretó como tejido hepático sino como una tumoración inespecífica9,10. En el caso que reportamos tampoco fue detectado por el ultrasonido.
En opinión de algunos autores la colecistectomía laparoscópica ha contribuido a la mejor identificación de estos casos que son confirmados en el estudio histopatológico6.
FinanciaciónNo se recibio¿ patrocinio de ningún tipo para llevar a cabo este estudio/artículo.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningu¿n conflicto de intereses.